El lapsus
Yo diría que lapsus que cometió Keiko Fujimori es mas bien lo inverso: es decir que quiso decir que la mayoría que trabajan a su lado son totalmente tachables y solo la minoría se salvaría. Pero bueno es cuestión de interpretacion, pero es claro que el inconsciente de la candidata la traiciona y no le deja mentir impunemente...
PorAntonio Zapata
Durante el debate del domingo último, refiriéndose a Milagros Maraví y Alejandro Aguinaga, Keiko Fujimori sostuvo que “son personas intachables, como la mayoría de personas que trabajan a mi lado”. Esa declaración es muy reveladora. De acuerdo a lo explícitamente sostenido por la candidata, la mayoría de quienes la rodean son intachables, ello significa que la minoría no lo es. Es decir, indirectamente ha explicitado que algunos integrantes de su grupo son tachables.
El doctor Sigmund Freud entendió al lapsus como expresión involuntaria del inconsciente, que súbitamente revela una verdad que el yo consciente busca ocultar. En este caso, se trata de la candidata Fujimori que pretende defender a dos de sus colaboradores, acusados por Ollanta Humala de representar lo nefasto de los noventa. Debido a un exceso de vehemencia, queriendo protegerlos, Keiko acaba delatándose. Se le escapan las palabras autoacusatorias, justo cuando quería blindar a su gente. Esta pisada en falso constituye un clásico de las patinadas, mostrando a qué grado los nervios traicionan a quienes, estando frente al público, tienen algo grave que esconder.
¿Por qué Keiko siente que necesita esconder el pasado de sus íntimos colaboradores? En realidad, porque tienen un lado oscuro. En este caso se trata de una abogada que había trabajado codo a codo con Vladimiro Montesinos en una maniobra legal contra las organizaciones de DDHH; además, cobrando un dineral al Estado por su labor. Keiko sentía que debía esconder la colaboración con Montesinos, porque todo el Perú lo relaciona con corrupción.
Más adelante volvió a lo mismo, cuando contestando un dardo de Ollanta sobre su relación con la familia Martínez, acusada de narcotráfico, Keiko sostuvo que ella se había enfrentado a VMT, quien habría extorsionado a los Martínez. Quizá esto último sea cierto, pero la candidata en todo momento ha buscado negar a Montesinos, porque su recuerdo la avergüenza, trayéndole a la memoria episodios como las entregas de cash para pagar sus estudios y los de sus hermanos en carísimas universidades de EEUU.
Por ello, la corrupción es un punto fundamental del fujimorismo. Este domingo, cuando la ciudadanía vaya a votar, debe pensar en este tipo de cuestiones, que constituyen el fondo de la diferencia entre las dos candidaturas.
Por ejemplo, la supuesta ventaja que trajo la liberación de la economía peruana en los noventa se desvaneció a finales de esa misma década. En ese momento, el Perú se sumergió en una recesión que se prolongó por tres años. ¿Cuál fue su causa? En primer lugar, una crisis internacional que empezó por los llamados tigres del sudeste asiático y se extendió por medio mundo.
Pero esa crisis internacional fue moderada y el país ha afrontado problemas mayores sin recesiones tan hondas. En realidad, la corrupción fue el motor de la crisis al final de Fujimori. Su profundidad se explica por las montañas de billetes en la salita del SIN, por la venta de favores judiciales, la corrupción de las instituciones tutelares y las compras fraudulentas de armas y bienes para el Estado. Así, la corrupción afecta el movimiento económico capitalista, porque eleva desmesuradamente los costos de transacción.
El historiador Alfonso Quiroz ha calculado el monto de la corrupción en el Perú. Sostiene que es cuantioso y que equivale al plus que necesitaríamos para pasar de país bastante pobre a medianamente desarrollado. Es decir, seguimos atrasados porque las prácticas fraudulentas desvían a manos privadas recursos que podrían hacer la diferencia. Si la corrupción fue muy alta durante la era Fujimori-Montesinos, el lapsus de Keiko nos ha informado que en un eventual gobierno suyo seguiría igual. Tómalo en cuenta en la cámara secreta